En un robot de cocina, desmenuzar las galletas Amaretti y unirlas a la mantequilla derretida a temperatura ambiente. Para esta operación es posible ayudarse con el robot de cocina o una simple cuchara. Colocar el compuesto en un molde acanalado para tartas de 22 cm con fondo removible. Con el dorso de una cuchara, comenzar desde las paredes y luego pasar al centro, presionando bien la base de la tarta. Dejar reposar en la nevera durante al menos 30 minutos.
Mientras tanto, reblandecer las hojas de gelatina en agua fría durante aprox. 10 minutos. En un bol, batir el queso ricotta, el azúcar glas, la ralladura de la cáscara de limón y las semillas de la vaina de vainilla hasta obtener una crema uniforme. Calentar rápidamente la nata en una olla llevándola casi a ebullición. Añadir la gelatina escurrida, remover hasta que esté disuelta y apagar el fuego.
Removiendo con una batidora, incorporar la nata con gelatina a la mezcla de ricotta. Verter la crema sobre la base de galletas y nivelar la superficie. Dejar reposar en la nevera durante al menos 3 horas.
Justo antes de servir, decorar con tres rodajas de nectarinas de unos 3 mm de espesor, superponiéndolas para formar un abanico. Esparcir la superficie con gelatina en spray y completar con un poco de galletas Amaretti.